domingo, 29 de abril de 2012

EL ARPA

Así que es verdad, pensó, es realmente cierto.

Celestino era un anciano que vivía en un pueblo muy lejano.
Estaba en su habitación y tenía en sus manos aquel viejo arpa que le regaló su padre cuando era pequeño. Volvió a tocar aquella melodía y comprobó que con cada nota se volvía más joven.
Las canas y las arrugas iban desapareciendo, encontrándose con más fuerza.
¡Qué estaba pasando! No se lo podía creer.
Cuando dejó de tocar el arpa volvió a ser el mismo viejo de antes, y pensó que lo mejor sería guardarlo y darselo a su nieto como hizo su padre con él. Guardó el arpa en el armario y se acostó en su cama.
¡Y siguió soñando...!

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