Así que es verdad, pensó, es realmente cierto.
Celestino era un anciano que vivía en un pueblo muy lejano.
Estaba en su habitación y tenía en sus manos aquel viejo arpa que le regaló su padre cuando era pequeño. Volvió a tocar aquella melodía y comprobó que con cada nota se volvía más joven.
Las canas y las arrugas iban desapareciendo, encontrándose con más fuerza.
¡Qué estaba pasando! No se lo podía creer.
Cuando dejó de tocar el arpa volvió a ser el mismo viejo de antes, y pensó que lo mejor sería guardarlo y darselo a su nieto como hizo su padre con él. Guardó el arpa en el armario y se acostó en su cama.
¡Y siguió soñando...!
Markel,
ResponderEliminarEste es el que más me ha gustado.
Oso ondo.