Tenia ante mi el mapa de la isla. Sólo me preocupaba una cosa, ese maldito dragón que la rodeaba y que, según decían, se tragaba a todo aquel que intentara acercarse a ella ...
Lo primero que pensé fue:
¡Tengo que entrar!, pero a los 8 metros vi que estaba tiritando.
Me pregunté qué le pasaría, vi que tenia lágrimas y le pregunté ¿Que te pasa?.
Me dijo que me fuese o si no me comeria, pero yo le contesté que solo quería saber lo que le ocurría.
Me contó la historia de su hermano. Hace muchos siglos, tenía un hermano y al extinguirse los dinosaurios, los dragones lo hicieron también, bueno, todos menos yo.
Antes de morir me dió un colgante; y como tengo tengo los dedos tan grandes no lo puedo coger. Yo estoy buscando el tesoro.
Ya sé, dijo el dragón. Para mi el colgante y para tí el resto del tesoro.
Así lo hicimos, y desde entonces el secreto de nuestra amistad quedó guardado.
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