Las escuelas estaban vacías y los maestros-maestras no existían aún en aquella época- estaban en paro forzoso.
En la calle ya no se veía ni un niño. Había un virus letal que solo afectaba a los niños.
La ciudad parecía dormida, los parques estaban vacíos sin niños, en la playa no había niños que jugaran a la pelota.
Los padres y los profesores estaban desesperados, y los médicos expertos no sabían que era. El médico del pueblo fue a otras ciudades para encontrar una solución. Mientras tanto los niños estaban en sus camas aburridos y sin nada que hacer. Por fin, un día el dortor regresó y fue de casa en casa curando a todos los niños.
A la semana siguiente pudieron volver al colegio, y así la ciudad recuperó la alegría.
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